Para que un equipo de fútbol salga campeón, tienen que darse una mezcla de componentes. Pero cualquiera sean los factores externos que puedan llevar a un equipo a una final y ganarla, lo cierto es que es, casi siempre, el resultado de un grandísimo sacrificio y muchísima dedicación para cumplir el objetivo: coronarse campeón de torneos, copas, campeonatos, etc.
La Copa del Rey es uno de los torneos más prestigiosos y competitivos en la actualidad del fútbol mundial. Originalmente llamado Campeonato de España, tuvo su estreno en el año 1903. El primer equipo en levantar el trofeo del flamante certamen fue el Athletic Club de Bilbao.
Al año siguiente el equipo vasco repitió la hazaña. Pero en esa oportunidad, lo logró sin siquiera haber pisado el césped del Campo de Tiro al Pichón, escenario designado para la competencia. Claro, esta situación tan particular tiene una explicación. Pero de que es verdad, es verdad.
Esta segunda edición fue organizada en la capital española por la Asociación Madrileña de Clubs de Fútbol. Los equipos inscriptos para participar de la Copa fueron seis: el Athletic Club de Bilbao, el Club Espanyol de Barcelona y cuatro equipos locales de la capital. El Club Español de Madrid, el Madrid Football Club, (actualmente Real Madrid), el Monclova Fútbol Club y el Iberia Fútbol Club. Las escuadras, debían medirse en una eliminatoria regional para ganarse un lugar en las semifinales. Para empezar, el Athletic de Bilbao, pasó directamente a la final porque su contrincante, el Espanyol de Barcelona, decidió no viajar a la competencia. Por otra parte, el 19 de marzo, el Moncloa goleó por 4 a 1 a su rival, Iberia. Mientras que el tercer partido disputado entre el Madrid Fútbol Club y el Espanyol de Barcelona, terminaron empatando 5 a 5. para definir el match, el juez decretó un alargue, pero los jugadores se negaron a continuar. Entonces la organización propuso repetir el encuentro al día siguiente, pero esta vez fueron los muchachos del Madrid quienes se rehusaron, sosteniendo que, según el reglamento del torneo, estaba terminantemente prohibido que se jugaran dos partidos en días consecutivos. De esta manera terminaron accediendo a la semifinal el Monclova y el Español. Ese 27 de marzo el partido comenzó y todo fue bien, hasta que el partido tuvo que ser suspendido porque el defensor del Moncloa, Alfonso Hermúa, sufrió una doble fractura de tibia y peroné. Como el español iba ganando 1 a 1 al momento de la interrupción, el club reclamó pasar a la final para enfrentarse en ese partido al Athletic de Bilbao. Para intentar resolver el caso, se convocó en asamblea la Asociación Madrileña de Clubs de Fútbol. En esa reunión, el presidente de la entidad, Ceferino Rodríguez Avecilla, propuso aceptar el reclamo. Pero claro, don Ceferino era al mismo tiempo el presidente de español. Como se presentaba un conflicto de intereses, su moción fue rechazada. Para intentar destrabar el conflicto, se realizó un sorteo en el cual terminó siendo favorecido el Club Español de Barcelona, ganando su lugar en la final. Pero parece que el conjunto vasco se negó a jugar contra los de Barcelona, por entender que este equipo había llegado hasta allí sin haber ganado las eliminatorias: había empatado un partido y no había definido al siguiente. Ante tanto reclamo y la incapacidad para encontrarle una solución al caso, la Asociación madrileña decidió declarar ganador al Athletic por su condición de campeón vigente, ya que se había coronado el año anterior. Así fue como los vascos levantaron el trofeo de plata donado por el Rey, sin transpirar una sola gota de sudor, Sin siquiera pisar el campo de juego.