Este 23 de diciembre siempre será recordado por la afición del Atlético de Madrid como el día en el que el club rojiblanco anunció el fichaje de Diego Simeone como entrenador. Tras una derrota ante el Betis en el Vicente Calderón, la directiva decidió la destitución de Gregorio Manzano, con el que el equipo no terminaba de arrancar en Liga.
El Atlético miraba más hacia el descenso que hacia la zona noble de la clasificación, lo que llevó a los rectores a tomar esta decisión. Sin embargo, el técnico jiennense se sentó unos días más tarde en el banco, en la vuelta de la eliminatoria copera frente al Albacete. Mientras, ya se hablaba con el Cholo. Dos días después el colchonero anunció que Simeone sería el nuevo entrenador.
El DT argentino sabía que tarde o temprano se iba a dar, por eso ya se estaba preparando para ello. Tenía claro que su vuelta a ‘casa’ se concretaría en un momento de necesidad y así fue.
A partir de ese momento, comenzó una historia. Una historia que ya dura diez años y en la que el Atlético ha ganado ocho títulos, entre ellos dos Ligas, la primera, en la 13/14, al Barça de Messi y al Madrid de Cristiano. El crecimiento experimentado por el club no sólo se explica desde el plano deportivo, también desde el económico, porque en esta década, el presupuesto se ha multiplicado por cuatro. El valor de la plantilla también creció exponencialmente, así como la marca y su expansión internacional. Y hasta se pudo estrenar nuevo estadio. Y todo, porque desde la llegada de Simeone, el Atlético dejó de ser un histórico para volver a ser un grande.
No corren buenos tiempos por el Metropolitano. El equipo ha cosechado cuatro derrotas seguidas en Liga, en lo que es la peor racha de la era Simeone. Prácticamente sin opciones de pelear por revalidar título en el mes de diciembre, las dudas se apoderan del conjunto colchonero, pero el Cholo ya ha dejado claro que tiene fuerza para sacar esto adelante. Es más, está seguro de que así será. Desde la directiva no se le cuestiona por esta nefasta racha, en lo que es uno de sus peores momentos al frente del Atlético. Y eso, cuando se cumple una década de su llegada, ya es mucho.