La sonrisa que desbordaba en su rostro. El festejo desaforado. Las celebraciones con sus pares. Las expresiones que nunca antes se habían escuchado o leído de su parte. Todos esos gestos y sensaciones que transmitió Lionel Messi permiten interpretar que vivió el momento más soñado de su vida deportiva. Y, en efecto, que recibió el regalo de Navidad más esperado.
El 10 de la Selección argentina ya la tiene en su poder. La Copa del Mundo era su máximo anhelo y la obtuvo una semana antes de las tradicionales fiestas, esas en las que los pequeños reciben su regalo. En este sentido, el rosarino tiene derecho a sentirse un niño más y gozar al máximo con el inmejorable obsequio logrado.
Tuvo que dejar atrás muchas frustraciones y pasar por muchas etapas con el equipo de su país, mayormente negativas. Desde su debut en un Mundial en el 2006, cuando se quedó sentado en el banco de suplentes durante la derrota en cuartos de final ante Alemania, empezó a masticar bronca.
Ya asentado como uno de los mejores del mundo, La Pulga fue por su revancha en Sudáfrica 2010 y nada menos que con la guía de Diego Maradona como entrenador, aunque también resultó decepcionante por la falta de convicción en la actuación colectiva (0-4 con Alemania en cuartos), agravado para él en lo personal por la sequía: se fue sin convertir goles.
Brasil 2014 fue una escala ilusionante y en la que Leo estuvo a un paso de la coronación. El rendimiento del equipo de Alejandro Sabella, en esta oportunidad, tuvo mayor solidez para acompañar a su figura. Sin embargo, Pero otra vez los alemanes se cruzaron en su camino al derrotarlo 1-0 en la prórroga de la final. Más allá de la distinción del Balón de Oro, el deseo del rosarino era llevarse el trofeo de campeón.
Antes de encarar Rusia 2018 hubo dos certámenes que estuvieron cerca de acabar la relación de Messi con el seleccionado argentino. Es que cayó en Copas América consecutivas (2015 y 2016) a manos de Chile y, tanta fue la frustración, que llegó a decir que su historia estaba terminada.
De todas maneras, Leo pudo rever su decisión y, enseguida, se dio cuenta de que el sentimiento era mucho más fuerte. Y es por eso que no pasó mucho tiempo para que volviera a vestir la Albiceleste.
Justamente, la cita en Rusia pudo haber sido otro motivo de alejamiento por todo lo sucedido, un plantel sin rumbo futbolístico, la sufrida manera de superar la ronda de grupos y una rápida eliminación en octavos de final.
Sin embargo, desde ese torneo comenzó a construirse una de las épocas más grandiosas de la Selección argentina. Porque Lionel Scaloni edificó un elenco con fuerte espíritu colectivo, una idea de juego afianzada y una manera de jugar que transmitía seguridad plena.
Por primera vez, Messi pudo sentirse partícipe importante pero no imprescindible. Estuvo rodeado por futbolistas capaces de resolver más allá de la figura del hombre del PSG. La Albiceleste dejó la Messi-dependencia y esto también pudo liberarlo de presión.
La madurez y la capacidad de disfrute fueron otros de los factores que le permitieron al rosarino rendir en su plenitud, reinventado a partir de una versión diferente. Por una cuestión lógica de edad, ya no era el futbolista que podía apilar rivales. Pero conservó esos destellos de habilidad para dejar en el camino a sus adversarios, le sumó su pie clínico para asistir de manera notable y lució un temperamento nunca antes visto.
Con ello llegaron los títulos en la Copa América disputada en 2021 y, el más reciente, el que festejó con el alma en Catar 2022. En Medio Oriente alzó ese trofeo que le faltaba a sus nutridas vitrinas, que ostentaban toda clase de premio, pero a las que le faltaban el del Mundial.
La Copa del Mundo recibió el beso y el abrazo de Messi. Voló en el avión junto a él y hasta durmió en su misma cama. Desfiló en la caravana a la que acompañaron millones de argentinos por las calles.
El disfrute para Leo sigue con las fiestas y, aunque físicamente puede no tener la réplica del original de la FIFA, sabe que recibió el mejor obsequio posible. Será una Navidad diferente, especial e inolvidable por celebrarla con el gusto de ser campeón del mundo.
Foto: Marvin Ibo Guengoer – GES Sportfoto/Getty Images