Luego de una gran Europa League, el Eintracht Frankfurt de Alemania se consagró este miércoles al superar al Rangers de Escocia en la final jugada en España. El partido disputado en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán de Sevilla estuvo rodeado de un gran marco de público de ambos equipos. Dos equipos que al llegar a esta final ya estaban haciendo historia.
El camino de Rangers estuvo marcado luego de varios años de constante crecimiento luego de que casi desaparece en el 2012 y debió reiniciar toda su historia partiendo en la cuarta división. Casi 10 años después, disputó una final por la copa continental. Un caso muy similar al de River en la misma época: un gigante de un país que descendió y luego resurgió llegando a ser de los más fuertes de Sudamérica.
Enfrente estuvo el Frankfurt que no tiene tanta historia, ni siquiera en su propio país donde apenas ganó una sola vez la Bundesliga en la temporada 1958/59 y su último título fue en la 2017/18 cuando ganó la Copa de Alemania. Pero este año en la Europa League sorprendió dejando en el camino a un gigante como el Barcelona en cuartos de final y eliminando al West Ham United de la Premier League en semifinales.
Había promesa de partidazo y épica, sea cual sea el resultado final. Los dos llegaban para hacer historia. El que primero golpeó fue el Rangers con un gol de Joe Aribo a los 57 minutos del partido. Pero a los 69′ fue Rafael Santos Borré quien le dio el empate al Frankfurt. Esto obligó a la definición por penales, donde el equipo teutón se quedó con la serie que fue definida por el ex River.
Eintracht Frankfurt se consagró campeón de la Europa League y fue celebrado por los miles de fanáticos que se acercaron hasta Sevilla para acompañar al equipo.
Los hinchas de Eintracht Frankfurt fueron protagonistas en la Europa League por llegar en masa a cada estadio que debió visitar su equipo. Sorprendente fue cuando en el duelo ante Barcelona fueron mayoría y se armó un gran revuelo porque los hinchas culés les vendieron sus entradas en medio de una crisis de su club.
Al llegar al duelo final, quien levantó la voz fue Peter Fischer, presidente del Frankfurt. Se quejó por el tamaño del estadio elegido para jugar la final y se mofó de su tamaño donde apenas entran poco más de 43 mil personas, siendo que era un partido decisivo. «190.000 fans no podrán estar en este estadio de Mickey Mouse», expresó el dirigente alemán.