Una de las bajas que puede sufrir un equipo en un partido de fútbol, es a través de la expulsión tras una tarjeta roja sacada ya sea de manera directa por el réferi, como por doble amarilla.
La expulsión que deja al grupo con uno menos, siempre complica los planes. Independientemente de si se está jugando una final o un partido amistoso, la inferioridad numérica siempre favorece al equipo rival, que aprovecha esa desventaja contraria a su favor para terminar dominando un partido que quizá venía peleando de manera pareja con su oponente.
Lo cierto es que siempre que pensamos en expulsiones famosas, nuestra mente se concentra en expulsiones dadas durante el transcurso del partido, dentro del territorio delimitado por la “línea de cal”.
Pero si uno revisa un poquito los registros de las tarjetas rojas a lo largo de la historia del fútbol, puede encontrarse con varios casos particulares en los que miembros de un equipo vieron el cartón colorado aún sin llegar a entrar en el campo de juego. De algunas de esas situaciones vamos a hablar en este video.
El primero de esos casos que vamos a repasar, es el de un argentino: Claudio Paul Caniggia. Fue el 12 de junio del año 2002, en un partido disputado por el Mundial de Corea-Japón en el estadio nipón Miyagi, la selección Argentina se enfrentaba a Suecia por el grupo F. El delantero sudamericano había sido convocado al equipo nacional después de muchos años, hecho que había sorprendido a todo el mundo, ya que el “Cani” jugaba en una liga de nivel inferior a sus compañeros, como es la Liga Escocesa.
El partido estaba empatado y eso dejaba afuera del certamen a la albiceleste. En un momento, impacientado por el cero en el arco sueco que no se rompía, el “Pájaro” Caniggia estalló en el banco de suplentes y mostró un comportamiento inexplicable en disconformidad con el árbitro del encuentro, el árabe Alí Bujsaim. Producto de una serie de gestos e insultos contra el magistrado, el jugador argentino fue expulsado sin haber jugado un minuto en esa Copa del Mundo. El “Pájaro” nunca había sido citado a la selección nacional para ser considerado como jugador desde el banco. Su última aparición en el campo de juego se registra en el Mundial de Estados Unidos 1994, cuando marcó los dos goles de la victoria por 2 a 1 frente a Nigeria y tuvo una inolvidable actuación en aquella jornada mundialista en Boston.
Otro jugador que recibió la pena máxima sin haber pisado el césped fue el arquero suplente del Real Betis Balonmpié, Joaquín Valerio. El partido enfrentaba al Betis en condición de visitante, contra el Albacete, en su estadio Carlos Belmonte.
Valerio, ex jugador del equipo local, estaba ya por salir a la cancha, preparándose con sus compañeros en el túnel, cuando vio que uno de los dirigentes de Albacete charlando muy amistosamente con el réferi del encuentro, Fidel Valle Gil. Cuatro años antes, el Alba había perdido el ascenso a Primera División, con el propio Valerio bajo los tres palos. El árbitro de aquel partido había sido Valle Gil, y parece que había existido alguna polémica. Entonces, enojadísimo, el ahora portero del Betis encaró al dirigente, en la cara del juez, le dijo básicamente: “¿Que hacés hablando con este gilipollas (PIIIP CENSURA MEDIO DEFASADO), con la que nos lió en Eibar?”, equipo del país vasco contra el que habían perdido el ascenso aquella vez. Ante la “ofensa”, Valle Gil le mostró la tarjeta roja, y no pudo estar ocupando su puesto en el banco, lo que hubiese sido fatal si el portero titular sufría algún percance, ya que el club no había llevado una tercera opción para la defensa de su valla. Por fortuna para el Betis, el partido terminó 0 a 0.
Para la última, volvemos a Argentina. Cancha de Banfield. La anécdota ocurrió el 22 de mayo de 1999. Carlos Leeb, jugador del conjunto local, corría de una punta a la otra al costado del campo de juego, preparándose para estar a punto cuando le tocara entrar al partido. Estaba realizando ejercicios pre-competitivos con un entusiasmo que no se había visto antes en el delantero. Es que, esa tarde, para Leeb el partido tenía un sentido especial. El “Taladro” se enfrentaba a Chacarita Juniors, ex club del atacante. No le preocupaba si lo ponían muchos minutos o solo para el silbatazo final. Él quería jugar.
Pero, quizá entre la emoción por lo que le significaba el compromiso, o por algo del destino, en un momento se distrajo y fue a tropezarse con uno de los asistentes, en uno de esos piques que estaba metiendo al costado de la cancha. El juez de línea, Gabriel Rivolta, llamó al juez principal para denunciar la “agresión”. Evidentemente, un accidente interpretado como una ofensa adrede terminó con la expulsión de Carlos Leeb. Desconsolado, el delantero se fue llorando a los vestuarios, al no haber podido concretar su ilusión, víctima de un hecho desafortunado y una injusta sanción arbitral.