Los goles en contra son verdaderamente situaciones lamentables que pueden ocurrir en el desarrollo de un partido de fútbol. Las lamentan la hinchada, el público en general, los jugadores, el cuerpo técnico, pero sobre todo el jugador que sufrió esa desgracia que puede significar marcar un autogol, por todo lo que eso conlleva para su equipo.
Pero como hemos visto, en la historia de este maravilloso deporte todo puede suceder.
Y es así que a través de ese recorrido trazado por esta disciplina, existe el registro de ocasiones en las que el objetivo principal de algunos elencos futbolísticos fue convertir un tanto en su propia meta.
Para hoy, les traigo tres anécdotas que son increíbles desde la primera hasta la última. Justamente esa del final, es un caso de Argentina que supera a las dos primeras. Por eso, te recomiendo que te quedes hasta el final.
Todas tienen un denominador común: cuestiones de reglamento hoy en día inentendibles, casi rozando lo absurdo.
El primer partido que vamos a repasar fue uno disputado por la edición 1994 de la Shell Caribbean Cup. Barbados le estaba ganando 2 a 1 a Granada pero, para pasar de ronda directamente, necesitaba ganar por una diferencia mínima de 2 goles. El reglamento decía que en caso de igualdad se jugaba una tanda de penales, la segunda mejor opción para Barbados que, apurados por el final del partido que se acercaba, se hicieron un gol en contra para poder alcanzar su objetivo desde el punto penal. Todo esto ante la mirada incrédula de todos los que estaban ese día presenciando el duelo. El conjunto rival, Granada, se vió obligado a “imitar el gesto”, ya que con la diferencia mínima pasaban de ronda, aún perdiendo. Inmediatamente cambió su estrategia de juego, y el plan fue buscar embocar la pelota en su propio arco. Ahí sí, el público, los periodistas, los fotógrafos, el que lo estuviera viendo por la tele o escuchando por la radio, todos vueltos locos por el evento único e insólito que estaban presenciando.
Finalmente Barbados logró impedir que su contrincantes se hicieran un gol a sí mismos, y la cosa se definió en penales. Barbados terminó ganando la serie 2 a 0 y consiguió pasar de fase.
Algo similar sucedió en la Tiger Cup asiática en 1998 entre dos selecciones: Tailandia e Indonesia. La diferencia, en este caso, era que los dos combinados ya estaban clasificados, pero ninguno quería enfrentarse a Vietnam, el conjunto anfitrión, en la fase siguiente de semifinal. El partido, que estaba empatado 2 a 2, terminó siendo para Tailandia, que no había podido evitar el gol en contra que, sobre el último minuto de juego, marcó el indonesio Mersyd Effendi.
Lo que el elenco ganador quiso evitar, terminó sucediendo en semifinales contra la selección local de Vietnam: paliza de los locales por 3 a 0. Tampoco le fue muy bien a Indonesia, que perdió con Singapur 2 a 1. Además del tiro por la culata, la Asociación de fútbol del Sudeste Asiático, sancionó a ambas selecciones con multas de 20.000 dólares en el caso de Indonesia, y 10.000 dólares en el caso de Tailandia.
Ahora sí, el caso sucedido en la Argentina tuvo lugar el 29 de julio de 1962, en el estadio General San Martín. Los equipos que jugaban ese día la final de la Zona F del Campeonato Argentino, eran: Mar del Plata, que jugaba de local, y los visitantes de Necochea.
En el partido de ida, los de Necochea habían ganado por 3 a 1. Y a pesar de que este encuentro, el de vuelta, terminó 2 a 2, no clasificaron. El reglamento establecía que, independientemente del resultado global, el partido no podía terminar en empate.
Debía jugarse un tiempo extra de 30 minutos con gol de oro, o se jugaba una tanda de cinco penales. En cualquiera de los dos casos, ahí sí sumaban para el resultado global. Y, si todo seguía sin goles… ¡Se tiraba una moneda! Una cosa increíble, pero en aquella época era tal cual lo están escuchando.
Para hacerla bien fácil, Necochea intentó hacerse un gol en contra, para que el resultado global quedara 5 a 4, el partido terminaba ahí, ellos perdían el match pero ganaban la serie, y la cosa no se estiraba más. Pero cuando los dueños de casa se percataron de la maniobra, se armó un despelote tremendo y una batalla a patadas y piñas limpias entre jugadores, auxiliares e hinchas que se habían metido en la cancha.
El juego fue suspendido y se acordó que el tiempo suplementario se retome a puertas cerradas y que, si Mar del Plata marcaba un gol, la cuestión se defina con un tercer duelo en Tandil. Y fue eso exactamente lo que pasó, hubo gol de Mar del Plata y fueron a jugar a Tandil. El desempate en ese tercer compromiso, ¡terminó empatado! Uno a uno en los noventa minutos y, en los penales definitivos, volvieron a empatar 4 a 4. Así como lo están escuchando, la serie de penales terminó igualada y no se pateó una sola bocha más. La tan dilatada final de la Zona F terminó siendo definida por una moneda lanzada al aire, el famoso “Cara o Seca”. El azar terminó favoreciendo a Necochea, que casi queda afuera, a pesar de haber ganado en la ida y empatado en la vuelta.