El relator Bob Kingsley y un partido tan único como su relato, que pasó a la historia por el contexto bélico internacional.
El primero de enero de 1940, a solo cuatro meses de que el rey británico Jorge VI le declare la guerra a la Alemania de Hitler, se jugó una vez más el clásico local entre el Hibernian F.C. y el Hearts F.C., en Edimburgo, capital de Escocia.
Eran tiempos de Segunda Guerra Mundial, y Edimburgo corría peligro, ya que la ciudad tiene un puerto estratégico: el puerto de Leith, que estaba en la mira del ejército alemán. Encima, el estadio donde el partido se jugaba ese día -el Easter Road- está ubicado muy cerca del puerto.
Para llevar algo de distracción tanto a los hombres que habían partido al frente de batalla (entre ellos muchos hinchas de ambos clubes), como a sus familias, el partido iba a ser transmitido a través de la BBC.
La emisora encargó la tarea al locutor británico Bob Kingsley, pero le dio algunas indicaciones. Entre ellas la más importante era que, a pesar de que el cielo de Edimburgo estaba completamente cubierto de nubes, el relator debía describir el clima como un día soleado y despejado. Así lograrían desorientar a los alemanes, quienes no se animarían a una incursión con su famosa Lutwaffe (Fuerza Aérea Alemana) en un día con el cielo despejado, ya que eso arruinaría el efecto sorpresa.
Fue unos instantes antes de que comenzara el partido, que esas nubes descendieron sobre el campo de juego cegando al público, jugadores, árbitros, y hasta al propio Kinsgley, que no podía ver absolutamente nada desde su puesto en las gradas.
El partido, increíblemente se jugó. Cuando comenzó, el locutor no sabía qué relatar, porque apenas si veía a los laterales de los dos equipos que subían y bajaban por la banda más cercana. Entonces tomó una decisión: ya que tenía que cambiar el relato en cuanto al clima… ¡Decidió inventarse también el juego!
Se inventó jugadas, penales, tiros libres, goles, de todo. Fue tal la emoción que le puso a su narración inventada que, como no veía nada, terminó relatando 10 minutos demás cuando el partido ya había terminado.
De esta manera, los encargados alemanes de captar la señal de la BBC no lograron escuchar ninguna información que les permitiera realizar un ataque camuflado entre las nubes y los radioescuchas disfrutaron de un partido emocionante, que fue real sólo en la cabeza de Bob Kingsley.
El partido relatado por Bob terminó 3 a 3. Pero el resultado real fue de 6 a 1 para el Hearts.
Ese día, Bob Kingsley salvó a Edimburgo, y al partido. O, bueno, por lo menos relató uno.