Un día, antes de enfrentarse a Inglaterra, en el Mundial 86, Argentina no tenía camisetas para jugar y tuvo que improvisar. Inglaterra iba a vestir totalmente de blanco, por lo que Argentina tenía que usar su equipación suplente azul. Los futbolistas argentinos ya habían usado esta camiseta en el partido por octavos de final frente a Uruguay, pero no dejó buenas sensaciones. El intenso calor hizo que todos los jugadores terminen el partido con las camisetas empapadas de transpiración. No era como la titular albiceleste que al ser de algodón no transpiraba tanto y era más ajustada.
El técnico Carlos Bilardo se negó a volver a usar esas camisetas, por lo que pidió que armen un nuevo modelo. Pero era imposible crear un nuevo modelo de unas camisetas tan rápido. Un gerente administrativo de la AFA contó que el DT argentino tomó unas tijeras y empezó a cortar las camisetas hasta que quedaron como él quería. Pero los agujeros eran enormes y se terminaron arruinando. A 48 horas de uno de los partidos más importantes de la historia, Argentina no tenía camistas para jugar.
Había que buscar soluciones, la AFA le solicitó a la marca Le Cuq Sportif que le diseñase un nuevo modelo que se adapte a las exigencias de Bilardo. Pero la marca francesa respondió que era imposible con tan poco tiempo. Ahí es cuando Rubén, el gerente administrativo, empieza a recorrer toda la Ciudad de México en busca de unas camisetas que se adapten al partido. Hasta que encontró una tienda que tenía dos modelos de camisetas de la marca Le Cuq Sportif y se las llevó. Pero cuando se las mostró a Bilardo no le gustaron para nada. Por suerte, justo pasó Maradona y cuando le preguntaron qué le parecían los modelos, miró y dijo «Ésta está linda».
Ya elegido el modelo, porque la palabra del Pelusa era sagrada, faltaba lo más difícil: Ninguna camiseta tenía el escudo ni los números atrás. Un trabajador del América hizo los diseños rápidamente. Y la noche anterior al partido se organizó un taller de costura improvisado. Las operarias que colaboraban en el Mundial se quedaron toda la noche en el hotel donde se hospedaba la selección argentina para bordar el escudo y poner los números.
Los números eran los llamativos brillantes del fútbol americano. Pero eso no fue de mucha importancia, ya que Argentina llegó a tener las camisetas, se impuso frente a Inglaterra y luego se consagraría campeón del mundo en México 1986.