Llegó a nuestro país siguiendo las promesas de falsos representantes de fútbol
Fabrice Roland Tsassa es un joven de origen camerunés, que llegó a nuestro país luego de ser estafado dos veces con la promesa de conseguir pruebas y firmar contrato con algún club del fútbol argentino. En las dos oportunidades, «representado» por impostores que se hacían pasar por cazatalentos del fútbol internacional.
Tsassa era apenas un jovencito de 16 años. Jugaba de delantero en las inferiores de un equipo de la segunda división del fútbol de Camerún: el Black Panthere.
Un día, llegó un representante que le prometió conseguirle pruebas en Europa. De este hombre no sabemos más que el nombre de pila con el que se presentó: Marco. Marco le promete entonces ir a Europa, él solo, unos meses, para gestionar entrevistas y pruebas en clubes del viejo continente. Para tal fin, Fabrice y su familia debían pagar una elevada suma en dólares por mes, para cubrir los gastos de representación.
Al cabo de unos meses, Marco retorna con las novedades: no había conseguido pruebas en Europa, pero sí le había conseguido una prueba en Sudamérica, específicamente en Argentina. No era Europa, pero era la alternativa. Fútbol sudamericano y nada menos que en tierras de Maradona.
El viaje era Camerún – Buenos Aires, con escala en Sudáfrica. Cuando llegan a este punto, en el aeropuerto de Johannesburgo en medio de la espera para su conexión internacional, Marco le pide a Tsassa que lo espere unos minutos que tenía que «ir a enviar un fax». Fabrice espera unos minutos, luego horas. Pero su «representante» nunca regresa. La historia, contada por el mismo Tsassa, dice que al darse cuenta de la estafa terminó pasando un mes en el aeropuerto sudafricano. Aunque tenía pasajes para volver a su hogar, él permanecía firme en la esperanza de que algo suceda y poder así conseguir salir del continente para probarse en clubes del extranjero. Pero nada cambia y termina regresando a Camerún.
Tiempo después, en sus tierras y aún jugando al fútbol, aparece un segundo «cazatalentos internacional», esta vez un personaje argentino: Ernesto. Le ofrece una prueba que esta vez es real. El viaje sucede.
Llegan a la Argentina y la prueba es en General Lamadrid. Tsassa queda seleccionado para entrenar en dicho club. Pero este «representante» también le pide dinero a Fabrice. La suma esta vez es de 2500 dólares para trámites de DNI, y 1000 dólares por mes durante los primeros dos meses que entrenó en el club.
Al percatarse de que está ante una nueva estafa, rompe toda relación con Ernesto y así comienza él mismo a conseguirse las pruebas en otros clubes. Logra probarse en Estudiantes de Caseros, con 17 años y sólo en un nuevo continente. Entrena un tiempo y debuta en las inferiores del club. Pero el tiempo transcurre y finalmente ni allí ni en otro lado le ofrecen firmar un contrato como futbolista.
Finalmente Tsassa, luego de rebotar en pruebas en otros clubes de la provincia de Buenos Aires, se ve enfrentado con la dura realidad de estar varado en un país muy lejos de su hogar.
Había sido estafado y, aunque había puesto lo mejor de sí para superar ese engaño y poder hacer realidad su sueño de convertirse en futbolista, ahora tenía que subsistir de alguna manera. No tenía como regresar a su país, pero tenía que sobrevivir en la ciudad. Fue encontrando trabajo de a poco, y empezó a construir una vida en Argentina.
Los años han pasado y, aunque seguramente el fútbol sigue siendo su gran pasión, Fabrice hoy se gana la vida como empleado en un restorán de comida japonesa de Capital Federal.